Habían pasado los años

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Habían pasado los años. Sentía que nunca iba a poder escapar de esa imagen. El cabello prolijo, la piel blancuzca, la carne roída por el cigarro y el alcohol. Fue el espejo quien le ofreció ésa bofetada, ése reflejo que colgaba en el baño, el que tantas veces le había susurrado el suicidio. Valor nunca tuvo, solo padeció sin cura, como un cáncer. Habían pasado los años… Él ya no tenía motivos, era triste, cansado y ni siquiera aburrido. En ése baño estaba su mundo; en él se relajaba, se miraba, se daba un poco de placer y terminaba oliendo su propio cuerpo sucio, le gustaba. A veces recordaba las mujeres que se había tirado y se masturbaba pensando en ellas, pero él era invisible, siempre invisible.
Cuando logró escapar de sus propias tinieblas sentó lo que le quedaba de vida en el sillón, y, dispuesto a vaciar su vodka, rechinó sus nalgas en el asiento. Algo le estremeció el rostro de manera horrible, se quedó helado. La mirada de una mujer se clavaba en sus ojos, el frío metal de sus huesos temblaba como si le estuvieran por arrancar los dientes. Siempre le asustó el silencio de las mujeres, y ella no decía nada. Se sentó en su regazo y lo besó hasta desangrarle el miedo, como si mordiera una infecciosa herida y escupiera el pus fuera. Estuvo así mucho tiempo, tal vez horas o días, le costaba diferenciar el tiempo. La mujer dejó de besarlo, le desprendió la bragueta y sacó su verga, fuerte y erecta como pocas veces la había sentido, siempre clavándole la mirada cruda directo a los ojos, metió la endurecida carne entre sus labios y el movimiento acompasó el placer de la situación, el orgasmo toleró tanto, quería detenerse y nunca aparecer, pasaron unas cuantas horas, tal vez, el tiempo ya no importaba, quería morir ahí mismo, él siempre creyó que el orgasmo es mas parecido a la muerte que a la vida, la muerte no se puede evitar mientras se vive, pensaba. Se cansó de que el placer carnal sea solo suyo, pensó, y con la misma firmeza en la que ella había entrado en su casa y había abusado de su amor, recostó el cuerpo de la mujer en el piso, y empezó a besarla por debajo de la falda, justo donde nacen las piernas, la mujer gimió fuertemente y pellizcó sus propios pezones, la humedad fluía en la boca de él, y eso hacía entusiasmar su lengua al baile enamorado del gozo ajeno, y dejándose llevar por los tiernos gritos de la muchacha, apretó con fuerza sus nalgas para ocultarse en ella y no olvidarla jamás. Eyacularon, ella en la boca de él, y él en su propia desnudez.
La luz se había apagado, el vodka volcado, y nunca mas se oyeron gemidos, la mujer había desaparecido como apareció, se fue de su mente como llegó a ella, ni se vieron espejos, su piel había dejado de ser blanca, y su carne quedó dura, para siempre. Lo encontró el portero, estaba sumergido en su baño, con la piel arrugada bajo el agua tibia, solo como siempre.
Hay muchas formas de vivir ¿Por qué no morir imaginando?

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This page contains a single entry by dío famélico published on 30 de Septiembre 2013 11:05 AM.

Humanidad cansada is the next entry in this blog.

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